Con la misma fidelidad de todos los años, al llegar f inales del mes de agosto y principios de septiembre, sale a nuestro encuentro la Virgen de la Misericordia, acompañada del olor y el ruido de la pólvora y los cohetes de la ARC la Alegría, para alegrar nuestro pueblo, y ojalá que también nuestros corazones y nuestras vidas, porque la alegría que nos ofrecen aquellos que vienen de parte de Dios, es mucho más profunda que la que podemos encontrar en las cosas; por supuesto que es necesario todo aquello bueno externo que contribuya a nuestra felicidad, pero no olvidemos que la verdadera felicidad brota de lo más profundo del corazón humano, hecho para amar y ser amado.
Celebrar las fiestas no sólo tiene que ver con lo tradicional, lo lúdico, lo nuevo o con las actividades o celebraciones que encontremos como cada año en el recinto ferial, en las calles o en la iglesia, sino que tiene que ver también con aquello que nos forma como pueblo, nuestras señas de identidad que nos hacen ser como somos: hace muchos años nuestros antepasados decidieron tomar como protectora de nuestro pueblo a la Virgen de la Misericordia, y también hoy con agradecimiento y emoción venimos nosotros a ponernos bajo su protección, a sentirnos herederos de aquellos hombres y mujeres que
encontraron en la Madre de Dios un puerto seguro y protección para que de su mano nos acerquemos a Él.
Como todos los años, las fiestas son una oportunidad de disfrutar junto a los habituales y a los que aprovechando las fiestas o las vacaciones, o ambas
cosas, deciden estar junto a nosotros: es compartir experiencias, recuerdos, risas, esperanzas, amistad, lágrimas, ilusiones… todo lo que va formando
nuestra vida y que la vamos tejiendo con esas y otras personas.
Que de la mano de La Virgen de la Misericordia nos sigan llegando toda clase de bendiciones, ahora y a lo largo del año, y también nuestra súplica para que si algo no nos cuadra o no llegamos a entender, por su mediación nos llegue la gracia para descubrir en todas las cosas la voluntad de Dios.
Que disfrutéis de estas fiestas junto a vuestros familiares, amigos y vecinos.
Enrique del Álamo González
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Se comenzó jugando como niños
Tirando petardos a los cielos
Y se termina mirando
a centenares de personas en el juego.
Casi sin damos cuenta
Se ha forjado una cadena
Que se une para hacer
Una pina en una peña.
No importan los colores
Ni importan los partidos
Aquí todos jugamos
En un mismo equipo.
No importan las edades
Ni tampoco los años
Aquí todos se sienten
Unidos y sin amos.
Se canta y se divierten
Se baila y aprende
A lanzar los cohetes
¡Con que aire se prenden!
Se comen los chorizos
Y hasta el jamón sabe bueno
Con la panceta y los huevos
¡Que rico sabe el cerdo!.
Vienen y van las cervezas
El vermout, la limonada
Y hasta bebidas mas fuertes
Por si la noche se alarga.
Hay mascletá y despertá
Por doquier suena un cohete
Que te asusta o te divierte
Cuando respeta a la gente. |
Hay una fiesta, una Virgen
Una procesión y ofrenda
Que une lo laico y humano
Con el Dios de las promesas.
La Virgen tiene su nombre
La Misericordia, aquí la llaman
Porque ella es la que mira
Por la fiesta ¡que gran dama!
Todo concluye en la noche
En que con expectación
Se aglomeran los vecinos
Y aumenta la población.
Se ven riadas de gente
Que buscan el mejor sitio
O que preguntan
por donde se va al recinto.
¿Será mejor que el pasado?
Casi 20 minutos de emoción
¡Qué corazones, qué palmeras
Qué lluvia, qué elevación.
Suenan fuertes los aplausos
Se oyen los “oh” de todos
Los que con la boca abierta
Miramos hacia lo alto.
Un nuevo cohete anuncia
Que termina el espectáculo
Volveremos otro año
Termina el aniversario.
Valmojado,
Septiembre de 2009
30 Aniversario
D. Clemente |